Prehistoria del ajedrez Colombiano
Por: PhD Eduardo Bermúdez Barrera, Maestro Nacional de la Federación Colombiana de Ajedrez
Cuando a mediados del siglo XVI los colonizadores españoles empezaron a llamar Nueva Andalucía a la costa caribe de la actual Colombia y luego, por la obvia analogía visual entre la Sierra Nevada de Granada con la de Santa Marta, exclamaron: ¡Nueva Granada! Justo en esa época, ya el clérigo y gramático Ruy López, nacido en Zafra, Extremadura, era considerado el mejor ajedrecista del mundo. Gran parte de los expedicionarios que venían en busca de oro y aventuras al continente americano eran extremeños o andaluces. Sin duda, en aquellas largas travesías, los coterráneos de Ruy López, jugaban ajedrez y de esa manera el juego ciencia llegó hasta nuestras tierras.
De aquellos supuestos lances ajedrecísticos no se conservan testimonios escritos. Por ello hemos usado la noción de prehistoria para estas notas porque no hay vestigios de partidas de ajedrez en territorio colombiano por esas calendas. Según cuenta Ricardo Palma en su libro Tradiciones Peruanas, en el Virreinato de Perú sucedió la anécdota ajedrecística que tuvo implicaciones en la inapelable condena a muerte del Inca Atahualpa. En nuestra patria no hay narraciones de algún caso parecido. Pero, seguramente, en Santa Marta, Cartagena, Popayán o en la desaparecida Santa María Antigua del Darién, se jugaron un buen número de partidas de ajedrez en épocas coloniales.
Pasaron dos siglos y medio y un jovencísimo viudo se paseaba por Paris y allí quizá, con una curiosidad que ya presagiaba su futuro bélico, entró al Café de la Regence y se fijó en la habilidad de Alexandre Deschapelles quedando embrujado por la estrategia y la táctica militar… se llamaba Simón Bolívar y en este, su segundo viaje a Europa, definiría su destino heroico y su aprecio por el legendario juego guerrero: “El ajedrez es un juego útil y honesto, indispensable para la educación de la juventud”. Tampoco tenemos notación alguna de las partidas que se dice jugaron el ilustre caraqueño contra el general O*leary durante la campaña independentista en Perú.
Portada del libro de tradiciones Peruanas: Los Incas ajedrecistas
Hacia mediados de 1867 sucedió otro episodio ajedrecístico digno de figurar en esta prehistoria del ajedrez colombiano. Un ilustre presidiario que ocupó cuatro veces la presidencia de Colombia, fue fotografiado jugando ajedrez, su nombre Tomás Cipriano de Mosquera. Como joven militar había participado en las guerras independentistas al lado de Bolívar, y habían compartido el sueño de la Gran Colombia y la afición por el ajedrez. Mosquera debió reforzar su afición durante varios de sus cargos diplomáticos por Europa y los Estados Unidos. La imagen del General jugando con su secretario Francisco Montenegro fue tomada por el fotógrafo José Gutiérrez Ponce.
Francisco Montenegro y Tomas Cipriano de Mosquera en 1.867
A finales del siglo XIX no tenemos noticias de la práctica del noble juego en nuestro país. Pero ya entrados en el siglo XX, en 1911, encontramos que en una fuente histórica venezolana se referencia un encuentro vía telegráfica entre Caracas y Bogotá. En efecto, en una tesis de grado de la Universidad Central de Caracas titulada: “El Ajedrez en Venezuela: 100 años de batallas en el tablero”. Los Integrantes equipo Caracas fueron: Martín Ayala, Rafael Ruíz, Rafael Pittaluga, Simón Soublette y Antonio Toro Key y los Integrantes equipo Bogotá: Eustorgio Arrieta, Antonio José Caro, Manuel José Caro, Guillermo Carrizosa y Joaquín Restrepo Tamayo.
Este trabajo de investigación fechado en abril de 1986, da cuenta de una historia que ya se ha hecho en el vecino país para el juego ciencia pero que, nosotros, en Colombia, estamos en mora de hacer. Del grupo de jugadores colombianos sobresalió Antonio José Caro a quien se le consideraba como el mejor ajedrecista colombiano por los primeros decenios del siglo XX. Su habilidad para el juego era tal que en la Revista de Capablanca, de la Habana, Cuba, 1913, le publicaron dos partidas jugadas a ciegas. Cuentan que cuando el príncipe de Borbón visitó Bogotá (1922) no encontró contendores pues “el inolvidable Manuel Caro” ya había fallecido.
Cuando varios países de Latinoamérica tenían campeones nacionales de ajedrez desde finales del siglo XIX, solo a mediados de los años 20s del siglo pasado, se sugería la necesidad de hacer un Campeonato para dirimir quien era el mejor jugador de Colombia. Es probable que la gran difusión del match entre Capablanca y Alekhine, transmitido ampliamente por el periódico El Tiempo de Bogotá en 1927, contribuyera a que para el año 1928 se dispusiera finalmente la realización un evento de ajedrez en el marco los Juegos Nacionales de Cali. Este dio como ganador al joven bogotano Alonso Herrera, quien mantuvo ese liderazgo por un par de lustros.
Nota local sobre el jugador Alfonso Herrera, primer campeón no oficial de Colombia en 1928
Como se suele decir, el resto ya es historia, pues, Herrera fue desplazado del pináculo del ajedrez nacional por el huilense Luis Augusto Sánchez quien triunfó inobjetablemente en el Torneo de los Juegos Bolivarianos celebrados en Bogotá, 1938 con motivo de los 400 años de su fundación. A la medalla de oro de Sánchez y a la de plata de Herrera, se agregaría el nombre de Miguel Cuéllar Gacharná quien cargó con la de bronce. Esta justa marca el inicio de las posteriores gestas internacionales exitosas del ajedrez colombiano consignadas en gran parte en el libro que, en buena hora, ha reproducido la Revista FECODAZ en números anteriores.